Las primeras representaciones de Alejandro Magno parten de artistas elegidos por su padre Filipo y con los fines que a él le interesaban. Tras la muerte de este último en el 336 a.C., Alejandro como rey de los macedonios tiene el control absoluto sobre su retratística. En las Fuentes Antiguas se nos informa que los artistas elegidos son Lisipo para la escultura, Apeles para la pintura y Pirgóteles para las gemas, lo que demuestra que el joven rey tenía muy claro la importancia de su imagen para crear una imagen oficial que le permite ser reconocido. Y lo hace con alguno de los artistas más excepcionales de la época en sus respectivas disciplinas. Los rasgos más reconocibles de este tipo de obras son:
- Cabeza ladeada normalmente hacia la izquierda.
- Barbilla redondeada.
- Mejillas planas.
- Cabello rizado y normalmente con media melena.
- Anastole, especie de flequillo característico del peinado de Alejandro, donde normalmente dos rizos enmarcan la frente del macedonio. De haber sólo uno, estaría regularmente ubicado en el centro de la frente.
- Nariz aguileña.
- Ojos que dirigen su mirada hacia arriba.
- Labios entre abiertos y redondeados.
- Frente combada.
En este sentido queremos subrayar que, según Bente Kiilerich (1993), los rasgos fisonómicos típicos de los retratos, haciendo especial énfasis en su juventud y su cabello leonino, de Alejandro fueron ideados por Aristóteles y Lisipo y que el ladeamiento de la cabeza servía para mostrar un temperamento enérgico y dinámico (Kiilerich 2017). Por el contrario, en las representaciones mandadas a realizar por Filipo se atisban modificaciones con respecto a los retratos más reconocibles. Un ejemplo lo encontramos en el Alejandro de Erbach (fotografías 2 y 3) y el Alejandro de la Acrópolis (fotografía 4). Mientras que la obra de la Acrópolis ha perdido la nariz, en la de Erbach podemos observar una nariz totalmente recta al contrario de las representaciones de época del Magno que es aguileña. Posiblemente la idea que estuviera detrás de esta imagen, Filipo quiere mostrar a su hijo como si fuera un efebo griego.
Por último, si bien las representaciones de Alejandro se caracterizan por tener los rasgos que lo hacen reconocible antes descritos, es cierto que en ciertas obras existe un debate en cuanto a su adjudicación. Ello es debido o bien al deterioro de las piezas, a que en períodos posteriores se copian los rasgos de Alejandro para otras representaciones y por su puesto que los rasgos juveniles e idealizados del rey de macedonia propician también que se le adjudiquen obras que son discutibles. En las fichas del catálogo si en la obra hay dudas respecto a que sea Alejandro, lo comentaremos y citaremos el debate que exista.
Bibliografía Citada
KIILERICH,B. (1993) “The public image of Alexander the Great” ARID 20: 85-92.
KIILERICH,B. (2017) “The Head Posture of Alexander the Great” AAAH 29: 1-22